¡Oh Jesús!

¡Oh Jesús!,

Te reconozco por Rey Universal. Todo cuanto ha sido hecho Tú lo has creado. Ejerce sobre mí todos tus derechos. Renuevo las promesas de mi bautismo, renunciando a satanás, a sus seducciones y a sus obras; y prometo vivir como buen cristiano. Muy especialmente me comprometo a procurar, según mis medios, el triunfo de los derechos de Dios y de tu Iglesia. Divino Corazón de Jesús, te ofrezco mis pobres obras para conseguir que todos los corazones reconozcan tu sagrada realeza, y para que así se establezca en todo el mundo el Reino de tu Paz.

Amen.

domingo, 30 de septiembre de 2012

La Libertad de Actuar de Dios por el Pe. Nilo Luza

"No siempre es fácil distinguir quien esta de nuestro lado y quien es nuestro adversario. Fácilmente somos victimas de engaño: no es raro que la persona en que confiamos nos decepcione y en quien no confiamos encontremos ayuda. ¿Como discernimos quien esta a nuestro favor y quien en nuestra contra? Jesús responde que quien hace el bien a alguien, esta al lado de ese alguien. Percibimos, en el Evangelio (Mc 9;38-43,45,47-48), que los discípulos quieren limitar la acción del Espíritu de Dios y no se conforman con que alguien que no pertenece al grupo realice el bien, sea bondadoso. Jesús esclarece: quien no esta en contra esta a favor.
Hoy también muchos discípulos no consiguen ver el bien realizado por los que no pertenecen a la comunidad! Muchas veces queremos tener el monopolio del bien y de la verdad pero nos engañamos grandemente. No nos alegramos cuando otros realizan gestos de amor, desinteresado. No admitimos siquiera que seguidores de otras religiones puedan ser mejores que nosotros, "católicos apostólicos romanos". No es una buena decisión tener una posición sectaria, mezquina e individualista, juzgándonos mejores que los demás.  Para ser discípulo de Jesús no es necesario pertenecer a un grupo cerrado, basta asumir su practica libertadora. 
El Espíritu de Dios actúa libremente. El puede suscitar "panes y piedras" y solo nos quitamos la venda de los ojos después que percibimos a Dios actuando en diferentes grupos, religiosos y no religiosos. El no necesita de nuestra autorización para actuar en medio de la humanidad. El Espíritu de Dios no es propiedad de ninguna Iglesia, de ninguna institución, de ningún grupo religioso.
El Espíritu de Dios actúa allá donde se realiza algún gesto de amor, allá donde alguien defiende la vida humana, animal o vegetal; allá donde alguien defiende el derecho, la libertad de elección religiosa y se pone contra todo tipo de intolerancia."
Tomado y traducido del Semanario Litúrgico Catequético del Domingo No. 26 del Tiempo Ordinario, Brasil

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