"Escribe: Soy Santo, tres veces Santo, y siento aversión por el menor pecado. No puedo amar al alma manchada por un pecado, pero cuando se arrepiente, entonces Mi generosidad para ella no conoce límites. Mi misericordia la abraza y justifica. Persigo a los pecadores con Mi misericordia en todos sus caminos y Mi Corazón se alegra cuando ellos vuelven a Mí. Olvido las amarguras que dieron a beber a Mi Corazón y Me alegro de su retorno. Di a los pecadores que ninguno escapará de Mis manos. Si huyen de Mi Corazón misericordioso, caerán en Mis manos justas. Di a los pecadores que siempre los espero, escucho atentamente el latir de sus corazones (para saber) cuándo latirán para Mí. Escribe que les hablo a través de los remordimientos de conciencia, a través de los fracasos y los sufrimientos, a través de las tormentas y los rayos, hablo con la voz de la Iglesia y si frustran todas Mis gracias, Me molesto con ellos dejándoles a sí mismos y les doy lo que desean"
(Diario, de Santa Faustina 1728).
“LEJOS DE SER UNA DEVOCIÓN SECUNDARIA,
EL CULTO DE LA DIVINA MISERICORDIA ES UNA DIMENSIÓN INTEGRANTE
DE LA FE Y DE LA ORACIÓN DEL CRISTIANO”
Benedicto XVI en el Domingo de la Divina Misericordia del 2006
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